Por fin tengo dos días enteros para mí. Dos días con sus despertares, su café con leche, mañanas de primavera, comidas sanas, siestas qué regeneran, tardes de cine y fantasías nocturnas, todo para exprimir como me plazca. Sin ver ni oír a nadie. Sola. Todo un lujo.
Me he propuesto dar paseos y escribir. Leer y escribir cada día. Dicen qué para ser escritora hay qué escribir. Aunque solo sea un párrafo, pero cada día. Así qué aquí estoy, delante del ordenador escribiendo estas líneas.
¡Vaya! Un mensaje de Pedro ¿Que querrá? ¡Puaf! Me desea suerte en mí retiro. Se habrá olvidado del significado de la palabra retiro.
En la newsletter matinal se dice que el impresentable de Putin ha movilizado 300.000 efectivos de la reserva.¿Es qué no va a parar nunca la locura de ese hombre? La única buena señal es qué su propia gente se está indignado y ahora tendrá que lidiar con disturbios en casa.
Me asusta la recesión que se avecina. Mis sobrinos no han vivido ninguna y les va a llegar en la peor edad.
Mejor dejo ya el móvil, sino no voy a escribir. Aunque antes, puedo mirar Facebook e instagram. Así rapidito. A ver qué dibujo ha colgado @gitonyfr dibuja edificios en 3D muy chulos.
Maldita ansiedad. Llevo una hora sumergida en el abismo de las redes sociales. Mejor almuerzo y me pongo a escribir por la tarde después de la siesta.
Primero veo una película, como cuando era niña. Después de comer, encendíamos la tele para ver los dibujos animados y la peli, que acostumbra a ser de indios y vaqueros.
Mejor doy un paseo para desentumecer las piernas y despejarme para poder escribir.
Estoy agotada, no sé de que. Mejor me voy a dormir pronto y mañana será otro día
Este microrrelato participa en la iniciativa de @divagacionistas con el tema #relatosDispersión
La fotografia es del artista egipcio Hassan Ragab
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