—¿Y si hay
monstruos allí abajo? contestó el niño mirándola, con los ojos muy abiertos.
—No hay
monstruos, hermanito —aseguró—. Las bestias malas solo habitan en tu cabeza —le dijo colocando el dedo índice en la frente del
niño.
—El hermano
de Ramón nos dijo, que no nos bañáramos en la charca. Que en ella vivían
animales peligrosos —dijo el pequeño agarrándose a un extremo de la
camiseta de su hermana.
—Solo
quería asustaros. No te creas todo lo que te digan.
—¡He
visto que se movía algo, ahí a tu derecha! —gritó asustado.
—Serán
peces curiosos. Que quieren saber lo hacemos aquí, y se han acercado a la
superficie.
—¿Muerden?
—No.…Son
tan pequeños que si te rozan solo te harán agradables cosquillas.
—Y
¿por qué no puedo verlos?
—Porque
el agua, en esta zona es muy oscura.
—¿Por
qué es oscura el agua? ¿Qué esconde?
—Perdona,
German, no lo he dicho bien. No es el agua la que és oscura —rectifica—. Solo
refleja la arena del fondo, que es negra como la de la orilla. ¿Ves? —le dice
cogiendo un puñado la tierra, y dejándola resbalar entre sus dedos.
—El
agua estará muy fría, me congelaré, no podré nadar y me ahogaré.
—Esto
no puede pasar, pero si pasara yo te sacaré. He traído una toalla grande y
ropa. Será rápido.
—No
te creo —dice el chico todavía agarrado a la hermana y mirando al fondo del
lago.
—Haces bien en no creerme. Ya te he dicho que no has de
creer todo lo que te dicen, sin embargo, ahora tienes un problema.
—Si, mis amigos nunca querrán que vaya con
ellos de excursión. Siempre seré el pequeño y el gallina.
—¿Qué
podemos hacer?
—Tírate
conmigo…
—Vale —respondió decidida.
Se
cogieron de la mano. Uno...dos...y tres... Saltaron gritando, excitados. Se
hundieron en la frías y negras aguas del lago durante un rato. Luego, salieron
a la superficie, los dos a la vez, temblando y felices.
Este microrrelato participa en la iniciativa de
@divagacionistas en #relatosFantasmas
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