— ¡Lánzate sin miedo, Germán! — le dijo la hermana al oído mientras le pasaba el brazo por los hombros. — ¿Y si hay monstruos allí abajo? contestó el niño mirándola, con los ojos muy abiertos. — No hay monstruos, hermanito — aseguró — . Las bestias malas solo habitan en tu cabeza — le dijo colocando el dedo índice en la frente del niño. — El hermano de Ramón nos dijo, que no nos bañáramos en la charca. Que en ella vivían animales peligrosos —dijo el pequeño agarrándose a un extremo de la camiseta de su hermana. — Solo quería asustaros. No te creas todo lo que te digan. —¡He visto que se movía algo, ahí a tu derecha! —gritó asustado. —Serán peces curiosos. Que quieren saber lo hacemos aquí, y se han acercado a la superficie. —¿Muerden? —No.…Son tan pequeños que si te rozan solo te harán agradables cosquillas. —Y ¿por qué no puedo verlos? —Porque el
La serendipia es la colisión entre el azar y el conocimiento.