Está de pie, delante la ventana de la habitación blanca hipnotizada por la lluvia. Una taza de café caliente en la mano derecha, y con la izquierda sostiene la cortina de lino. Da un pequeño sorbo de café; quema. En una estantería de pino blanco llena de libros hay un reloj de sobremesa antiguo pintado de blanco. Contrarresta la hora con la de su teléfono móvil. Luego s e sienta delante del ordenador que hay sobre la mesa también de pino blanco, debajo la estantería. Deja la taza cerca del ratón. El olor a café es intenso. Teclea. Un temblor la obliga a taparse con el poncho de cuadros, que a veces también usa de manta. Sostiene la taza caliente con las dos manos y cierra los ojos. Los abre, se mira el reloj blanco, y luego el teléfono móvil que ha colocado junto al teclado, a su izquierda. Cerca, un retrato suyo en donde sonríe feliz dentro de un marco blanco. Vuelve a cerrar los ojos y traga con dolor frunciendo ...
La serendipia es la colisión entre el azar y el conocimiento.