La noche anterior estuve haciendo el equipaje para volver a Barcelona. He hecho muchas maletas en mí vida, por lo cual he ideado un método relativamente eficaz. Aún así, me resulta una actividad desagradable. Salgo de la ducha del sencillo y limpio hotel de Abidjan y cierro la maleta. En la recepción del hotel pago la habitación y solicito un taxi qué me lleve al aeropuerto. Llegando al aeropuerto caigo en la cuenta qué se han quedado sobre la mesita de noche los carretes de diapositivas kodak. Se apodera de mí la angustia. ¡No puedo quedarme sin fotografías! ¡Hay qué volver! —Messier, ¿cuánto podemos tardar en ir y volver otra vez al hotel? —le pregunto al chofer con mí precario francés. —Un poco —contesta. —¿Cuento es un poco? —insisto. He olvidado, craso error, qué estoy en África occidental y aquí, conscie...
La serendipia es la colisión entre el azar y el conocimiento.