Tariq no mira la carretera. Ni al blindado que guía la caravana. Sin embargo, no pierde de vista la flor que cuelga del techo del camión. Su cuerpo alicaído no parece el suyo. Solo la flor. Solo la rosa de plástico qué cuelga del techo parece importar. Tariq se deja llevar por sus compañeros. Nada importa. Solo la flor. No quiere cerrar los ojos. Las imágenes resurgen nítidas. Se los tapa para no ver, pero ahí están otra vez las imágenes teñidas de rojo. Solo importa la flor y vuelve a fijar su mirada en ella. Los gritos de detrás del camión le taladran los oídos. Tariq se tapa las orejas para no oírlos, pero los oye. Se restriega las manos en el pantalón obsesivamente. Se las mira. Ya solo queda en ellas algo de sangre reseca entre los ded...
La serendipia es la colisión entre el azar y el conocimiento.