Fue mi primera desventura; mi primer secreto. Los protagonistas: un pájaro gris, la ventana de un excusado y yo misma. Visto así no parece muy emocionante. No recuerdo mi edad, pero era muy niña. Desde entonces todo cambió a peor, pero eso es otra historia. Estaba con mis padres y hermano pequeño desayunado en una pequeña pensión de camino a Puebla de Castro en Huesca. La intención era visitar a una hermana de mi abuelo paterno. En aquellos años las carreteras eran más bien senderos y los coches lentos y pesados como tanques. Era razonable hacer noche por el camino. Terminado el desayuno fui al lavabo. Entré, pasé la balda y oriné. Curiosa como soy mire por la ventana que daba a un enorme patio interior rodeado de ventanas de madera, todas ellas cerradas, de lo que me pareció un almacén. Miré hacia abajo, y tres cuartas partes del patio estaba cubierto por u...
La serendipia es la colisión entre el azar y el conocimiento.